lunes, 1 de junio de 2015

TEMA:¿Cómo se relacionan las personas manipuladoras?

Sin darnos cuenta, podemos estar inmersos en relaciones con personas manipuladoras que cambian nuestro modo de pensar o de actuar, por su propio bien.
Existen diferentes “categorías” dentro de los manipuladores, según el control que ejerza ese individuo sobre nosotros. Si esa presión es muy grave, los expertos la denominan: “perversidad narcicista” y de ello hablaremos en este artículo.
Seguro has visto varias películas, has leído libros o escuchado historias sobre personas que manipulan a sus parejas, a sus hijos, a sus amigos, etc. Este tipo de personalidad existe en todas las familias y no siempre estamos al tanto de la situación. Es más, hasta podemos ser víctimas de personas manipuladoras ahora mismo y no saberlo.
Los perversos narcicistas, como llaman algunos psicólogos a este perfil, son aquellos que constantemente están diciendo al otro qué tiene que hacer, de una manera sutil (o no), pero con una efectividad que realmente asusta, a la vez que coartan su libertad.
Estas personas, a su vez, pueden tener otro tipo de comportamientos negativos, como por ejemplo, excesos emocionales de todo tipo, conductas agresivas y amenazantes, continuas faltas de respeto y desprecios.
Cuando se habla de un individuo perverso, lo es las 24 horas del día, sin distinción. La relación con su víctima se ha determinado de esa manera y no hay nada que pueda cambiarla, a menos que el que está sufriendo la manipulación empiece a querer modificar la situación.
Sobre todo en las relaciones de pareja con una persona manipuladora, puede pasar mucho tiempo hasta que la víctima se da cuenta de lo que ocurre. Ésta no desea escuchar lo que le dicen sus seres queridos, cree que todo el mundo está equivocado, que la otra persona lo hace porque la quiere, que puede tomar sus propias decisiones, que no le tiene miedo, etc.
En algún momento, aún no está claro por qué, la persona que sufre las garras delmanipulador se despierta de ese adormecimiento.
Imagina por un instante lo que realiza la araña con su presa: la envuelve en su tela, hasta que finalmente se alimenta de ella. Algo similar ocurre con los manipuladores y la energía positiva de su “presa”.
Más allá de decir que la víctima de un manipulador tiene carencias o problemas, debemos indicar que el perverso narcicista es quién necesita ayuda también.
Si bien en las relaciones todos nos complementamos, el que tiene más para perder es el manipulador, no el manipulado. Esto es así, ya que está “consumiendo” algo que la víctima tiene, como puede ser capacidad intelectual, bondad, carisma, solidaridad, autoestima, amistades, trabajo, salud, etc.
Siempre hablamos de las características de las personas manipuladoras y de cómo darnos cuenta si alguien nos está controlando, pero nunca ponemos en tela de juiciopor qué esa persona reacciona de esta manera, qué es lo que está necesitando y de qué forma pide ayuda. No estamos con esto diciendo que no sea responsable o culpable de sus actos, sin embargo, habría que analizar qué traumas o problemas del pasado lo han llevado a actuar de esa manera o cuáles son sus necesidades más profundas.
Cuando un perverso narcicista se encuentra con alguien fácil de gobernar, es donde puede poner en práctica o depositar todos sus traumas. Sin ánimos de ofender a nadie, un manipulador actúa cuando la víctima lo permite. No siempre esto ocurre a propósito por parte del manipulado y hasta hay casos en los que el victimario tampoco se da cuenta.
El perverso envidia aquello que el otro tiene, por ello utiliza sus herramientas para tomárselo. La víctima no puede ver las maniobras usadas en su contra, está ciega de tan enamorada, no toma las acciones del otro como algo negativo, etc.
Pero esto puede influir en su mente y en sus emociones, lo mismo que ocurre con una gota que cae sobre una piedra, tras miles de años la termina desgastando.
Cuando un manipulador se encuentra con una persona segura de si misma, que sabe lo que le gusta, tiene sus propias opiniones sobre ciertas cosas y hasta le ha ocurrido algo malo con un perverso narcisista antes, cuenta con más armas a su disposición para no permitir que las telas de la araña lo envuelva.
Pero atención, que nadie está 100% inmune de este tipo de personalidades, ya que algunos saben a la perfección como hacer un “trabajo fino” y casi imperceptible, hasta que el otro se convierte en una marioneta.
Ten mucho cuidado con las personas con las que te relacionas. No es cuestión de sentirte amenazado o perseguido todo el tiempo, pero si de caminar por senderos seguros.
No dudes tampoco en hacer un trabajo de introspección para determinar, de manera objetiva, si puedes llegar a tener una personalidad que se puede manipular fácilmente.

TEMA: EL CHANTAJE EMOCIONAL

¿Qué es chantaje emocional?, si alguien te hace sentir culpable para sacar provecho de ello, si alguien te amenaza si no haces lo que te sugiere, si alguien te castiga o te ignora si no haces lo que te pide. En este bloque te contamos más del chantaje emocional. 

El chantaje emocional es una técnica de manipulación psicológica que usa una persona o personas para lograr conseguir algo que desea.

Imagina que alguien te pide que hagas algo, tú puedes decir "si" o "no" o "lo pensaré". El chantajista emocional no espera que la persona decida hacer algo por propia voluntad. Si no haces lo que el o ella quiere el chantajista emocional no lo acepta. Entonces se valdrá de estrategias para lograr que esa persona actúe como él o ella desea.

El chantaje emocional puede ser de forma directa o indirecta. Se da en una esfera de relaciones cercanas, sea en el trabajo, la familia, pareja, amigos. Muchas veces los chantajistas emocionales abusan del cariño que se les tiene, en base a ese cariño tratan de lograr salirse con la suya.

Frases como estas a menudo pueden usarlas los chantajistas emocionales

¿Cómo puedes hacerme esto a mí?
No puedo hacerlo sin ti
¿Cómo puedes ser tan egoísta, no piensas más que en ti?
Vas a lograr que me enferme
Con lo que yo te quiero y me tratas así...
Si me quisieras harías lo que te pido
Si no haces esto demuestras ser mala persona
Te vas a arrepentir
No sirves para nada
¿Por qué actúas así?
¿Por qué quieres hacerme daño?

¿Que usan los chantajistas emocionales?

Para lograr sus propósitos los chantajistas hacen gala de distintas estrategias. Desde pequeños aprendemos técnicas de chantaje emocional útiles. Un niño que llora hasta que no le dan lo que quiere usa una técnica de chantaje emocional. En personas adultas el chantaje emocional toca resortes que pueden hacer sentir molesta a una persona.

Chantaje emocional usando la culpabilidad
Chantaje emocional usando el miedo
Chantaje emocional usando el cariño (si me quisieras harías...)
Chantaje emocional usando el "deber" (es tu deber hacer esto...o aquello)
Chantaje emocional usando el dinero (comprar cosas para luego pedirte otras, a las que no te puedes negar. Negar dinero sino haces determinadas cosas, usar el dinero como medio)

Algunas técnicas que usan los chantajistas emocionales 

La comparación negativa 


El chantajista trata de debilitar a la persona, si una persona está insegura es más fácil de manipular. Usar la comparación negativa es una forma de menoscabar a las personas. Se usa una persona conocida a la que se le atribuye todas las cualidades contra el que somos comparados y siempre salimos perdiendo.

Por ejemplo comparar a un hermano con otro hermano o con el hijo de otra persona.

Comparar a la pareja con otra mujer conocida. Comparar a un trabajador con otro trabajador.

Etiquetar

El chantajista emocional distorsiona las relaciones a su favor. Ellos son los buenos, inteligentes y solícitos y quienes no hacen lo que ellos quieren son egoístas y desconsiderados. Cualquier atisbo de resistencia es una evidencia de nuestro egoísmo.

Así un chantajista emocional puede etiquetar de "egoísta", "estúpido", "brusco", "sin sentimientos", "cobarde" a otra persona por el mero hecho de no hacer lo que el o ella quieren.

Cuanto más te resistas al chantaje más "egoísta, o sin sentimientos serás". El chantajista emocional no se para a pensar por un momento quien es el verdadero egoísta en esta historia, desplaza cualquier acto negativo a la otra persona.

Decirte que estás loco o enfermo

Algunos chantajistas emocionales usan esta técnica. Si nos resistimos a sus deseos es que estamos locos o enfermos. Son capaces de hacer creer a alguien que no está en su sano juicio solo por lograr la persona se sienta insegura y entonces haga lo que quieren que haga.

Imagina que si estás triste o pasando un mal momento alguien se dedica a observar tus acciones y decirte estás loco o loca. Es algo que puede tener consecuencias negativas en la seguridad y autoestima de la persona.

Conseguir aliados

El chantajista emocional es astuto, si solo no logra convencer buscará aliados. Ya se sabe la unión hace la fuerza. Pueden ser familiares, hijos, amigos, o compañeros, el chantajista será capaz de presentar las cosas de tal forma que logre apoyo, y usará la fuerza del grupo para tratar de convencer.
El chantaje emocional es una forma de control que recurre a la culpa, la obligación o el miedo para conseguir que otra persona actúe de acuerdo a unos intereses que van en favor de quién hace el chantaje. Una manera de manipular la voluntad ajena que se basa en provocar sentimientos negativos de los que la persona chantajeada no parece poder salir salvo que haga aquello que quiere el "chantajeador".
Todos nos hemos visto involucrados alguna vez en una sitiación parecida, ya sea como víctimas o como verdugos. Pero, ¿por qué manipulamos o dejamos que nos manipulen?
El chantaje emocional está infiltrado en nuestras relaciones por lo que, en ocasiones, es complicado determinar cuándo somos chantajeados o cuando ejercemos de chantajistas. Suele hacerse de manera inconsciente y esto hace más difícil detectar la manipulación. Frases como “tú sabrás lo que haces”; “allá tú con tu decisión”; “si me quisieras no harías eso”; son un ejemplo de cómo mensajes que, a priori, parecen inofensivos pueden llevar una carga de intencionalidad para meter miedo a la otra persona, si no cumple con los deseos del chantajista.
Generalmente asociamos la manipulación con personas maquiavélicas, retorcidas y egoístas. Pero en la práctica, todos recurrimos alguna vez algún tipo de chantaje emocional. Uno ejerce el papel de manipulador siempre y cuando se intenta controlar lo que dice o hace otra persona, se exige y no se da alternativa de elección o se dinamita la autoestima ajena. El objetivo del chantaje emocional suele ser ganar el poder en una relación.

DEFENDERSE DEL CHANTAJISTA

No todos los grados de chantaje son iguales, ni responden a los mismos objetivos. Algunos son inocentes y casi inofensivos; sin embargo, otros son tan retorcidos que pueden terminar dinamitando psicológicamente a la otra persona. La manipulación llevada al extremo puede dejar una herida emocional muy dañina para la persona que lo sufre.
El chantajista emocional ejerce el papel de víctima, probablemente lleno de inseguridades y miedos. En lugar de hacerse cargo de sus limitaciones, carga sobre el otro esas las debilidades, provocándole sentimientos negativos. El chantajeado acepta, principalmente, por temor a las consecuencias, al enfado o a que el chantajista cumpla con sus amenazas.
Defenderse de un chantajista depende de uno mismo. Cuando uno cree que está siendo manipulado, lo mejor es adoptar una actitud pasiva. No negarse, pero tampoco aceptar sus peticiones sin más. Dejarlo en "stand by". Esta tregua de tiempo servirá para observar las emociones en uno mismo. Sentimientos como la culpabilidad, el desasosiego o la frustración suelen estar asociados a prácticas manipulativas. Nadie puede dirigir las acciones de otro. Por lo tanto, no permitas que nadie someta tu voluntad al chantaje emocional.

Seis pistas para detectar el chantaje emocional

Todos los chantajistas tienen rasgos en común, “habilidades” que alimentan a su conducta de manipulación o de extorsión. Se nutren del miedo, de la culpa, de la obligación para que la otra persona haga lo que desean. Así, dejan de ver a la otra persona como lo que es y pasan a verla como un mero instrumento al que pueden manipular para conseguir lo que desean sin importarles cómo pueda sentirse esta persona; igual que si nosotros utilizáramos un martillo para clavar una punta, ignoramos los sentimientos del martillo porque pensamos que no los tiene. 
En el uso que hacen o intentan hacer de los demás el miedo suele adquirir un papel protagonista: desde miedo a perder al otro hasta ser rechazado, dejar de tener poder o de cambiar. Pero casi siempre, se trata de eso, del “miedo a perder” (algo o alguien). Esto puede tener un origen antiguo, en la niñez, por ejemplo, una suma de muchos traumas, angustias o problemas pasados. También pueden ser la respuesta automática, la reacción para no enfrentar la baja autoestima, la inseguridad, la falta de confianza en ellos mismos, etc.
Cualquier persona puede ser chantajista, según informan los expertos, dependiendo especialmente del modelo de aprendizaje que haya tenido y de su historial comunicativo. Puede ser más sencillo de lo que se cree que ciertos hechos desencadenen este modo de actuar, como un divorcio, la pérdida del trabajo, una enfermedad, etc. Con esto no se pretende afirmar que todas las personas que se divorcian, se queden sin empleo o se enfermen sean o vayan a convertirse en chantajistas o manipuladores emocionales, pero lo cierto es que aumentan las probabilidades al existir un hecho que puede actuar como desencadenante.
Así, podemos decir que cuando una persona comienza a ceder frente a un chantajista, empieza a perder. El precio que se debe pagar puede llegar a ser muy caro. El problema es que no siempre nos damos cuenta de lo que está ocurriendo. Las personas que practican la extorsión hacen sentir al otro: desequilibrado, avergonzado y sobre todo, culpable. La burla, la manipulación y la falta de acción facilitan que la víctima caiga en la emboscada.
Así es como podemos empezar a dudar de la capacidad de mantener nuestras propias promesas, perdemos la confianza en nosotros mismos, los niveles de autoestima van descendiendo y lo peor es que nos dejamos convencer por el chantaje emocional, perdiendo nuestra integridad, independencia, sueños, deseos, etc.
Si bien un chantaje emocional no está considerado como un abuso psicofísico violento, no por ello deja heridas menos profundas, sino todo lo contrario. Cuando convivimos con una persona con estas características, daña lo más hondo de nuestro ser, algo que es más difícil de recuperar que unos cuantos golpes físicos.

¿Cómo saber si estamos sufriendo chantaje emocional?

Para que el comportamiento del otro pueda ser denominado “chantaje emocional” es preciso que cuente con varios componentes. Analizando los límites es más sencillo saber si estamos en una situación de estas magnitudes:
1 – La exigencia: los chantajistas no siempre expresan con claridad lo que quieren, sino que permiten que el otro “lo adivine”. Pero no es tan sencilla la ecuación, porque le da tanta importancia al tema que la otra persona no tiene más alternativa que terminar cediendo o aceptando esa situación.
2 – La resistencia: cuando pensamos diferente al chantajista, no se siente feliz, se enoja, hace que el otro se crea responsable por su tristeza. Se resiste a pensar como su pareja, su amigo, su padre, etc. No acepta nada que no sea como quiere o como le gustaría que fuera.
3 – La presión: cuando se tiene que “enfrentar” a un carácter fuerte es cuando comienza a actuar de una manera más directa o bien esto ocurre cuando le cuesta conseguir lo que desea. Presiona todo el tiempo hasta que el otro cambia de parecer, discute, reclama, llora, grita, se enoja, da igual. La cuestión es que “convence” (no de la mejor manera) de que su punto de vista es el más acertado. Utiliza la culpa y la lástima para continuar con su juego.
4 – La amenaza: si todavía así no puede conseguir lo que quiere, si ve que sus deseos se chocan con la negativa del otro, comienza a “contar” cuáles pueden llegar a ser las consecuencias por esta decisión equivocada. La amenaza puede ser a través del dolor, de la desdicha o incluso, la muerte. Podrá decir cuánto está sufriendo por esto, que no puede vivir de esta manera, que es mejor separarse, etc.
5 – La obediencia: como la otra persona no desea verlo mal ni separarse de él/ella, cede y acepta la propuesta, la idea, la opinión. Esto no quiere decir que esté de acuerdo o que haya cambiado de parecer, pero simplemente lo hace para no generar másproblemas y para que no sufra. Así, se está empezando a ceder terreno, muy difícil de recuperar.
6 – La reiteración: Si los cincos puntos anteriores vuelven a ocurrir una y otra vez, con un lapso de paz y tranquilidad, es porque estamos en un gran problema. Ya la presión, la lástima, la culpa, echar en cara o el artilugio preferido no será usado para ese tema, sino para otro.
Y así es como ingresamos en un círculo vicioso, del que no se puede escapar. Es vital prestar atención a la primera señal de alerta, el primer “si me dejas me mato” o “no podré vivir sin ti”, porque después puede ser demasiado tarde.