jueves, 16 de enero de 2014

EL ESPIRITU SANTO EL CONSOLADOR





NUESTRO CONSOLADOR…EL ESPIRITU DE DIOS
Gracias Padre Celestial. No me haz dejado solo. Un 

Consolador me haz provisto con gracia, amor y bondad.
 ¡Qué más puedo desear en este día , sino es la dulce
 compañía que me sostiene y me guía!. No quiero 
entristecerlo ni quiero ignorarlo. Espíritu de Dios 
Gracias por guiarme, enseñarme y dirigirme.
Un Consolador que está a mi lado para en todo momento
 sostenerme. Ya no me siento solo porque conmigo está
 el Espíritu de Dios. Señor, consciente de tu amor quiero 
vivir y agradarte en mi caminar obedeciendo la voz de
 tu Espíritu. Amén.
“Y yo rogaré al Padre, o os dará otro Consolador, para 
que este con vosotros, para siempre” Juan 14:16.

... El Grande Padre, se dio a conocer Sí mismo, a creyentes
 de la antigüedad antes de la venida de Su Hijo. Él se dio a
 conocer a Abraham, Isaac, y Jacob como el Dios Omnipotente.
 Entonces Jesús vino, y el siempre se dio a conocer ahora
 através de la bendita persona de su hijo.
En el tiempo de ascensión del Redentor, el Espíritu Santo
 llegó a ser la expresión de la presencia de Dios en una nueva
 época y Su poder fue gloriosamente manifestado en y
 después del Pentecostés. Él permanece en esta hora 
en el creyente en la expresión real de: Dios con nosotros,
 Su residencia está en y con Su gente, guiando, orientando,
 y enseñando.
Hoy se que tengo ese Consolador bendito en mi transitar y
 en mi vivir. No estoy solo, él está conmigo. ¿Reconozco Su
 presencia como debe ser? Yo no puedo controlar su obra.
 El Consolador hoy opera de una manera soberana en mi
 vida. Hoy no quiero estar ansioso porque puedo estropear
 su trabajo en mi vida. Quiero hoy estar vigilante porque no
 quiero contristarlo en mi manera de hablar o de actuar.
 Sin él, yo
 hoy no puedo hacer nada.
Sin El Consolador yo no puedo hacer nada, pero por
 Su energía omnipotente los resultados más extraordinarios
 pueden producirse: todo depende de su manifestación de
 su poder. Hoy necesito buscar tanto en él su poder y guía
 tanto para mi vida interior tanto como para mi vida 
exterior de servicio en una dependencia respetuosa de él.
Hoy no quiero correr de su llamado y actuar
 independientemente de su asistencia. El Santo Consolador
 no es ningún regalo temporal, más estará conmigo para
 siempre.
Paz Hermanos,
Hno.Gonzalo Jimenez

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